lunes, 25 de mayo de 2020

FILOSOFÍA DEL PERÍODO PRESOCRÁTICO



Se le llama filosofía del Período Presocrático a aquella filosofía que se dio en época antes de Sócrates. Estos filósofos presocráticos se dedicaban a reflexionar sobre el origen del Cosmos o Universo.

El primer aspecto en el cual se quiso encontrar una unidad de criterio fue en la composición del Cosmos. Como idea básica se tiene que esa composición es material. ¿Pero de qué tipo de materia?

Ante esta pregunta se establecen dos tendencias: una sensualista, orientada a determinar un elemento visible en la naturaleza (que pueda captarse pos medio de los sentidos), que por su mayor presencia, o por su importancia en el mantenimiento de la vida, se considera la materia constitutiva. En este grupo de filósofos presocráticos Tenemos a Tales de Mileto que proponía el Agua, Anaxímenes (el Aire), Heráclito de Éfeso (el Fuego), Empédocles (Los tetraelementos: Tierra, Agua, Aire y fuego),

Se le llama filosofía del Período Presocrático a aquella filosofía que se dio en época antes de Sócrates. Estos filósofos presocráticos se dedicaban a reflexionar sobre el origen del Cosmos o Universo.

El primer aspecto en el cual se quiso encontrar una unidad de criterio fue en la composición del Cosmos. Como idea básica se tiene que esa composición es material. ¿Pero de qué tipo de materia?

Ante esta pregunta se establecen dos tendencias: una sensualista, orientada a determinar un elemento visible en la naturaleza (que pueda captarse pos medio de los sentidos), que por su mayor presencia, o por su importancia en el mantenimiento de la vida, se considera la materia constitutiva. En este grupo de filósofos presocráticos Tenemos a Tales de Mileto que proponía el Agua, Anaxímenes (el Aire), Heráclito de Éfeso (el Fuego), Empédocles (Los tetraelementos: Tierra, Agua, Aire y fuego), Anaxágoras (Tierra), Jenófanes (Tierra y Agua).  

Una segunda tendencia, es la racionalista, que considera  que determinar como elemento constitutivo de la materia a un elemento claramente caracterizable, no es lícito, ya que sus características específicas no se pueden desarrollar las características de otros fenómenos muy diferentes (por ejemplo, el fuego no puede venir de agua, o la dura piedra del aire). Es decir, que conciben una entidad que elimina cualquier tipo de característica sensible, o sea, que ignora todo aquello que está sujeto a la apreciación de los sentidos. Representan esta tendencia racionalista: Anaximandro (lo indeterminado o apeiron), Demócrito y Leucipo (con el Átomo) y el más importante de todos, Parménides de Elea, quien encontró que lo único común e indispensable a toda cosa era (el Ser), y que por tanto, este debía ser el constituyente fundamental de toda cosa. Ser, aquí es todo lo que existe. 

Parménides con su concepción del Ser, funda una de las ramas de la Filosofía llamada Ontología (estudia al Ser en cuanto ser, es decir, que estudia todo lo que existe y por qué existe.







 (Tierra), Jenófanes (Tierra y Agua).  


Una segunda tendencia, es la racionalista, que considera  que determinar como elemento constitutivo de la materia a un elemento claramente caracterizable, no es lícito, ya que sus características específicas no se pueden desarrollar las características de otros fenómenos muy diferentes (por ejemplo, el fuego no puede venir de agua, o la dura piedra del aire). Es decir, que conciben una entidad que elimina cualquier tipo de característica sensible, o sea, que ignora todo aquello que está sujeto a la apreciación de los sentidos. Representan esta tendencia racionalista: Anaximandro (lo indeterminado o apeiron), Demócrito y Leucipo (con el Átomo) y el más importante de todos, Parménides de Elea, quien encontró que lo único común e indispensable a toda cosa era (el Ser), y que por tanto, este debía ser el constituyente fundamental de toda cosa. Ser, aquí es todo lo que existe. 

Parménides con su concepción del Ser, funda una de las ramas de la Filosofía llamada Ontología (estudia al Ser en cuanto ser, es decir, que estudia todo lo que existe y por qué existe.








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