Platón cuyo verdadero
nombre era Aristócles, pero que por sus espaldas anchas se lo conoce en el
ámbito de la Filosofía con dicho nombre. Fue discípulo de Sócrates y
posteriormente fue profesor de Aristóteles.
Para Platón el hombre es
un ser compuesto de alma y cuerpo. El cuerpo es lo material, lo corruptible. El
alma por su parte, es incorruptible, fue creada por el Demiurgo que la metió en
el cuerpo como en una cárcel.
Platón considera que lo
real y verdaderamente humano se encuentra en el alma. De un lado, toma el
cuerpo y el alma como dos cosas distintas y sólo una de ellas puede ser el
hombre, mientras que la otra queda como instrumento a su servicio. De otro
lado, nota que aquellas funciones propias del alma tales como sentimiento,
razón, reflexión, imaginación etc., son más perfectas e independientes que las
del cuerpo, tales como ver, oír, hablar, caminar etc., que son actividades más
propensas al fallo.
Platón piensa que los
errores que pueden presentarse en las funciones del alma son provocadas por
deficiencias en las funciones del cuerpo.
Con todo esto, Platón le
da más importancia al alma, quien según Él, ella es la que gobierna y regula el
comportamiento del cuerpo.
Como el alma humana tiene
comportamientos diferentes y opuestos de acuerdo con las circunstancias, esto
permitió a Platón pensar en la existencia de facultades distintas en el alma,
que serían las encargadas de dominar los distintos comportamientos del hombre.
Esto permite considerar que para Platón de acuerdo a las circunstancias existen
las siguientes clases de almas:
ü
Alma racional: Esta actúa en aquellas
actividades en donde predomina la razón (reflexión, represión de impulsos
agresivos, el diálogo, etc..
ü
Alma pasional: Esta actúa en aquellos
momentos en los que somos agresivos, en donde somos temerarios (enfrentamos en
peligro sin temor alguno y sin mirar las consecuencias que existan y pongan en
juego la supervivencia).
ü
Alma apetitiva: Cuando tenemos
comportamientos que solo nos interesa satisfacer apetitos corporales tales como
la nutrición y la reproducción.
Podemos concluir
diciendo, que Platón considera al hombre como un alma racional encadenada a un
cuerpo material y sensible, que busca ante todo salir de él para retornar a un
estado original de perfección a través de una continua lucha por lograr mayores
y más perfectos conocimientos y evitar caer en los apetitos materiales.
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